Uno no es consciente de las obligaciones del hogar hasta que se independiza. Los tiempos de descanso han de compatibilizarse con mañanas de recados y obligaciones hogareñas. Lo que antes era un despertar tardío madrileño ahora es un paseo tempranero hasta la farmacia y el supermercado. Donde antes había lavadoras puestas ahora hay un tendero que recoger. Y así como la vida pasa, uno ve su tiempo libre desaparecer con cada metro cuadrado de independencia.
En cierto modo, disfruto con los quehaceres hogareños, sin embargo, no puedo evitar pensar en el tiempo que consume ser un adulto en potencia. Mantener una casa, por mucho que sean cincuenta metros cuadrados, requiere dedicación y paciencia. Cualidades que aun perdiéndolas de vez en cuando, considero propias. Y hoy, siendo un sábado que debía haber sido para descansar, vuelvo a casa después de cuatro horas gastando dinero para evitar que la pequeña república Pinedo-Ork sufra desabastecimiento.
Sábado 9 de marzo de 2024
Tallin, Estonia
Recuerdo #940
