Los mercados de Tallin me recuerdan mucho a los que solía frecuentar en Mallorca durante mi infancia. Pequeños y humildes puestos que ofrecen productos locales a buen precio y por supuesto con efectivo como único medio de pago.
Cuando vine a Tallin hace dos años me acostumbré a pasar largas horas en Keskturg. Un mercado que lleva años en el foco de mira de la gentrificación y que pretenden hacer de él algo similar a lo que se hizo en Madrid con Barceló o San Antón.
Desde que me cambié de casa en enero del veintitrés sustituí la humildad de Keskturg por el buen presentar de los productos de Balti Jaama Turg, lugar que por muy bonito que sea, tiene precios relativamente prohibitivos.
Tallin tiene otros tantos mercados, algunos mejores que otros, pero sin duda el mejor y más auténtico es Keskturg, mercado que paradójicamente se encuentra a orillas de Rävala, la milla financiera de aquí.
Siempre oí que hace no mucho, a orillas de Kalaranna y custodiado por Linnahall, un pequeño mercado llamado Kalaturg, era el lugar de referencia. Un mercado a orillas del mar que hace honor a su nombre de mercado (turg) del pescado (kala). Un lugar que no he podido ver en activo hasta hoy, día que sin saber muy bien porqué ha vuelto a abrir sus puertas.
La materia prima en Estonia deja mucho que desear. El mercado de la Paz o el de Chamartín son preciados lujos jamás vistos en estas tierras, y sin embargo, en la simpleza de Kalaturg, Mer y yo hemos disfrutado de los mejores boquerones fritos que he probado en mi vida.
Sábado 27 de abril de 2024
Tallin, Estonia
Recuerdo #989
