Tengo la enorme fortuna de que a mí querida isleña no hay cosa que más le guste que el buen comer. Por suerte o por desgracia sus pasiones de la cocina se limitan a la repostería, razón por la que todo plato salado pasa por mi paciencia en los fogones.
Es cierto que Mer disfruta del cocinar, pero prefiere hacerlo desde la barrera. Disfruta sugiriendo platos, proponiendo ingredientes y actuando como un gran pinche de cocina. Podría decirse que funcionamos también en la cocina porque ella entiende disfruta mientras yo trato de respetar las costumbres de un cocinar peninsular.
A pesar de ser ambos muy jóvenes hemos logrado reunir una colección de libros muy respetable. Algo más de un centenar de libros que se distribuyen en varios idiomas. Tenemos grandes libros de habla hispana, estonia, inglesa, finesa e incluso mallorquina. Y entre todos ellos, poco a poco comenzamos a elaborar nuestra sección de cocina.
Llevamos varios meses tonteando con la idea de seguir los pasos del libro de cocina coreana que compramos en Copenhague, y sin embargo, por más que tratamos seguir los pasos acabamos una y otra vez improvisando platos como el de hoy: un maravilloso pan de yogur fruto de las ideas de Mer y mi cocinar pausado.
Lunes 5 de febrero de 2024
Tallin, Estonia
Recuerdo #907
