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  • Foto del escritorCarlos Pinedo Texidor

856 - Un olivo al que se lo lleva el aire.

Mer se ha ido a cenar con una amiga, motivo por el que me permito el lujo de sentarme en el suelo con un mate recién preparado, cascos y el móvil apagado. Hoy es uno de esos días en los que sueño con hacer las maletas y empezar mi particular sesenta semanas en el trópico. Quiero evadirme de la vida adulta, y no lo digo por desidia frente a mi vida, a la que tengo en altísima estima, si no porque la creatividad aflora cuando el ruido cesa, y la vida adulta es ruidosa, caótica y requiere tiempo.


Siento en mi cuerpo los escalofríos propios de aquellas noches pandémicas en las que logré escribir cientos de poemas y otros tantos textos. La cabeza no da tregua y el tecleo es incapaz de igualar los pensamientos inconexos de una cabeza que vive más en inglés que en español. Supongo que gran parte de mi géiser creativo se debe a la banda sonora que acompaña mi velada. Hoy ha vuelto Robe, y entre lágrimas os digo que me ha vuelto a conquistar.


El extremeño ha presentado diez canciones para toda una vida, diez melodías aún mejores que aquellas de hace dos años. El romántico canalla que me presentó mi amiga Casilda ha vuelto a hacerme llorar y espero que este recuerdo me ayude a saber si es fruto de tristeza o alegría.


Pocas cosas podría escribir que logren acercarse a lo que me produce escuchar un álbum tan vocal como instrumental. Cuerda, percusión y cantos que se entrelazan como las ramas de un olivo centenario. En la copa de ese olivo que preside las rojizas colinas, comienzan a asomar pequeñas esmeraldas en forma de olivas que reflejan todo lo que el oyente quiera. Y es tan sólo ante la falta del ruido adulto cuando uno puede ver escuchar los susurros de un olivo al que se lo lleva el aire.


Sábado 16 de diciembre de 2023

Tallin, Estonia 

Recuerdo #856



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