Siempre he disfrutado de los videojuegos, en especial de todo aquello que saliera de las oficinas de Nintendo. Desde pequeño he pasado horas .alternando lectura de foros y conversaciones con algún amigo, y ahora he logrado convencer a mi novia para que lea y converse conmigo.
Mer, que no tuvo la suerte de disfrutar de Nintendo de pequeña, ha descubierto a sus veintidós el maravilloso mundo de los videojuegos. Su primer acercamiento fue viéndome jugar a Zelda y ahora se encuentra inmersa en una laboriosa tarea de decoración en una isla de Animal Crossing. Y yo, al igual que ella me veía jugar, me encuentro sentado a su lado, escribiendo y feliz por verla disfrutar tanto
Teóricamente hoy debería estar jugando con mis amigos al Age of Empires, pero un error de horarios lo ha hecho imposible. Mientras me quejo por no poder jugar, mi querida Mer sigue coleccionando artrópodos y peces en su querido museo insular, algo que es tan fascinante como tierno.
Entre las muchas misiones que tiene completar destaca la decoración de su casa, tarea que lleva a cabo con el mismo esmero que en la vida real. Justo antes comentábamos que por primera vez la única razón por la que tenemos que ir a Ikea es a por respuestas. Tenemos la casa lista, y aún necesitando bombillas, alguna cosa de cocina y algún repuesto nuestro rincón de la calle Soo está completo, algo que dista mucho de su pequeña casa de Animal Crossing.
Escribo este recuerdo y no puedo evitar pensar en la inmensa suerte que tengo por tener una novia a la que le guste jugar a la Nintendo casi tanto como a mí.
Lunes 23 de octubre de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #802