El otoño ha llegado a Tallin y lo hace de una de mis maneras favoritas, con lluvias mañaneras y mediodías soleados.
Tallin, que ahora empieza a ofrecer días de diez grados, se convierte en un lugar idóneo para copiosas comidas de carne y siestas premeditadas. Razón por la que después de un buen paseo y un mejor café, Mer y yo hemos vuelto a casa a disfrutar de las costillas que llevaban cuatro horas a fuego lento.
Costillas, patatas chulas, mayonesa de chile y un buen pan han logrado que tanto Mer como yo apenas tuviéramos fuerza para recoger la mesa, y ni si quiera el café posterior pudo evitar largas cabezadas con la televisión de fondo.
Horas más tarde, Mer tenía que huir a uno de sus muchos compromisos sociales. Por el contrario, yo, que he recuperado mis ganas de jugar al juego al que más horas he dedicado de mi vida, me quedé en casa con el ordenador de Mer y música de fondo.
Volver a jugar a “Age of Mythology” me traslada a aquellos meses de mononucleosis cuando aún era un niño. Eternas horas jugando con los griegos y los atlantes, hasta que descubrí a los nórdicos y me enamoré.
Supongo que la felicidad es esto, pasear con una novia guapísima, disfrutar de una comida maravillosa y pasar varias horas rememorando un juego de mi infancia.
Sábado 30 de septiembre de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #779
