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  • Foto del escritorCarlos Pinedo Texidor

674 - Reflexiones de la vida monacal.

Tuve la inmerecida oportunidad de pasar todos los veranos de mi infancia entre Estados Unidos y mi querida Mallorca. Siete semanas en cada lugar, y dos culturas tan distintas que en ciertos puntos coinciden.


Nunca pensé que ambos lugares fueran a ayudarme a desarrollar aspectos de mi personalidad tan distintos. Durante muchos años el Carlos de Norteamérica se avergonzaba del mediterráneo, y viceversa.


Sentía que vivía dos vidas, dos engaños. Una, con mis compañeros de Adirondacks y otra con los que jugaban conmigo en aquella plaza madrileña. Siempre pensé, que vivir dos cosas era algo de lo que estar avergonzado, y muy a menudo me culpaba por vivir en una mentira.


Con el paso de los años, y después de mucha reflexión comencé a entender que no viví en la mentira, sino que viví dos infancias. La primera fraguada a fuego lento entre Duque de Pastrana y Son Veri Nou. Y la segunda, en el ardor de la hoguera de Brant Lake.


Cuando formulé mi hipótesis por primera vez, me lleve alguna cara rara. En aquel momento, mi amiga, me planteó que tal vez estaba complicándome la existencia. Y años más tarde, sin ella saberlo, acabó entendiendo que llevaba razón.


Ahora, habiendo recuperado la que considero mi otra primera lengua me acuerdo mucho de aquellos años. Comienzo a recuperar, aunque sea poco a poco, pequeños razonamientos de aquellos veranos.


Me encuentro a menudo, como en días como hoy, escribiendo y garabateando en inglés, idioma que dedico a los sentimientos sin reposar. Y me pregunto, si en esta vida monacal que he labrado con esmero, encontraré la respuesta a mi eterna pregunta. ¿Por qué hay sentimientos y pasiones que mi cabeza vive en inglés, y otras en español?


Sábado 17 de junio de 2023

Tallin, Estonia

Recuerdo #674



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