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  • Foto del escritorCarlos Pinedo Texidor

974 - Cinco de la mañana.

Cuando me mudé a Tallin comprendí que eso de dormir bien no iba a ser tan sencillo. Los amaneceres tempranos y los anocheceres tardíos de la primavera y el verano son difíciles de llevar. Las jornadas laborales se hacen más difíciles cuando uno lleva desde las cinco de la mañana despierto y acostarse a la una de la mañana con luz en el exterior no es algo fácil.


Este despropósito lumínico tiene su contrapeso con la oscuridad del otoño y el invierno. Y aunque agradezca los días eternos, a las cinco de la mañana uno tiene pocas cosas que hacer. Ni si quiera la lectura ayuda al pasar de las horas.


Esta es la primera semana en la que de verdad noto que mi cuerpo no puede dormir más allá de las cinco. Normalmente trato de volver a dormir, pero uno llega a cierto desquicio y no le queda otra que aprovechar el madrugón.


Debería trabajar en mi libro, el segundo volumen de recuerdos que debería haber publicado hace un año y que perdí el el borrador en el que trabajaba. Supongo que me toca aprovechar estas mañanas, pero hoy no, ya lo haré el lunes que viene.


Viernes 12 de abril de 2024

Tallin, Estonia

Recuerdo #974




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