Trabajar más de lo habitual es un hecho extraordinario que siempre se agradece en estas tierras. La jornada suele transcurrir dentro de las horas pactadas por contrato, aunque más allá de ellas el que escribe esto sigue trabajando en su cabeza voluntariamente.
En mis casi dos años en Tallin cuento con los dedos de una mano las veces que he trabajado más allá de las siete. Todas y cada una de ellas debidas a momentos extraordinarios que siempre fueron agradecidos. Y hoy ha sido uno de ellos.
Salir de trabajar a las siete, cuando se hace de forma puntual y extraordinaria, es un privilegio del que me siento muy agradecido. Supongo que estos bálticos me han convencido y adoctrinado en sus costumbres laborales, y por la sonrisa que me acompaña hoy, me atrevo a decir que no me arrepiento de haber abandonado las jornadas madrileñas.
Miércoles 20 de marzo de 2024
Tallin, Estonia
Recuerdo #951
