Sale el sol en Tallin, la primera acecha y el pequeño cachorro de mi vida cada día pasea más contento por la ciudad. El barrio en el que vivo, antiguo epicentro de pescadores humildes, se viste lentamente con flores y risas. Lo que hace varias semanas era nieve y hielo ahora es tierra y barro, y en unas semanas con suerte hierba y verde.
El sol de marzo de Tallin es único. Los grisáceos atardeceres quedan atrás y los rosáceos amaneceres se complementan con auroras boreales nocturnas. Marzo es un mes que se debe a la suerte, y en mi segundo marzo en Estonia, puedo decir que he tenido suerte.
No sé que será de lo que queda de mes. Tampoco sé qué tipo de primavera me acompañará en mi segundo aniversario en tierras bálticas. Lo único que sé, es que el que escribe esto sonríe al ver a su perro saltar de alegría con cada amanecer y atardecer junto a mi isleña.
Miércoles 6 de marzo de 2024
Tallin, Estonia
Recuerdo #937
