Después de una larga semana de poco sueño y mucho trabajo, siento la imperiosa necesidad de pasar un día con pantalones de lino y camiseta de algodón. El buen vestir dentro de casa, aunque sea con ropa de descanso, es algo que considero indispensable. Razón por la que guardo con cariño en un armario conjuntos reservados para días de descanso sin salir a la calle.
Tengo la enorme fortuna de tener una maravillosa novia que al igual que yo, disfruta de los días lentos. Días que se materializan con un perro que aunque no lo parezca disfruta más entre almohadones que corriendo por el campo. Y es que Paco, pequeño cachorro protector, necesita casi tanto tiempo en casa como fuera de ella, algo que me hace pensar que tiene un pequeño filósofo dentro de él.
Después de un amanecer lento pero temprano, y con las tareas del hogar hechas, hemos cocinado al ritmo de los vinilos de Mer. Una calabaza al horno a baja temperatura, varios ingredientes exóticos y un buen arroz que ha servido de base para un poke que fuera de casa llegaría a los treinta euros. Y después de una comida que recordaré toda la vida, Mer, Paco y yo, hemos caído presos de la siesta en el sofá que tanto necesitaba.
Sábado 2 de marzo de 2024
Tallin, Estonia
Recuerdo #933
