Hace varios meses decidí poner fin a mi aventura con Spotify. Mi decisión estuvo motivada por tres razones que aún siguen siendo cuestionadas por mis amigos dada la comodidad del mejor servicio musical que ha existido.
Spotify, como casi todas las plataformas actuales, ha virado su modelo de negocio a dotar a usuarios de cantidad en vez de calidad. En mi caso cada vez era más difícil disfrutar de mis artistas favoritos. El algoritmo me recomendaba música nueva cada día, y sin ser consciente, dejaba de lado la música que disfruto.
Por otro lado, en un mundo de excesivas suscripciones, y queriendo huir de la obligación económica mensual, no me quedaba más remedio que cancelar una suscripción de más de cien euros al año.
Y la tercera de las razones y tal vez la más importante, escuchar música ya no era un fin en sí mismo. El móvil distrae, y sesiones de música acaban convirtiéndose en largas horas con el móvil sin saber muy bien qué se escucha.
Por estas razones decidí volver a escuchar música en un iPod. Pero esta vez, aupado por mi inquietud tecnológica, lo hago con un iPod construido de cero y con un software libre llamado Rockbox.
Hoy me ha llegado mi iPod de medio tera, con usb-c y software libre, y después de más de tres horas trasteando y configurando todo, puedo decir que vuelvo a disfrutar de música en formato flac de todos aquellos artistas que están presentes en mi colección de vinilos.
Miércoles 21 de febrero de 2024
Tallin, Estonia
Recuerdo #923
