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  • Foto del escritorCarlos Pinedo Texidor

853 - Los zapatos de mi padre.

Mi padre es un hombre de costumbres arraigadas y manías de otra época. Nacido en aquella España de mediados de siglo fue parte de esa generación que levantó un país y que ahora sus hijos ven hundirse en la más absoluta tristeza. Solemos discutir, él sigue viendo en España un país por salvar y yo en la distancia le argumento que España ya fue. El frío del Báltico no se parece a las terrazas madrileñas, pero a mis veinticinco pago alquiler y consigo ahorrar, algo que en su juventud era la norma y ahora la excepción.


Cuando hice las maletas y me embarqué en mi aventura báltica escribí una de esas cartas para no leer. Una mezcla de prosa y poesía donde con más o menos elegancia explicaba al Carlos del futuro que lo más difícil de emigrar no era el vivir relaciones en la distancia, si no el perderme la vejez de mi padre. Y es que a diferencia de nuestra cada vez más egoísta sociedad, considero que la vejez es tal vez una de las épocas más preciosas de la vida. Envejecer es pasear por un campo labrado donde árboles maduros y otros por germinar conviven. Y me atrevo a decir que el campo de la vida de padre es de los más frondosos de España.


A mis veinticinco años comienzo a entender que muchas de esas manías de mi padre son meditadas decisiones con mucha profundidad. Parece que en la distancia comienzo a ver germinar pequeñas semillas que mi padre ha ido dejando en su paso por mi vida. Y aunque lleve casi dos años sin verlo a diario puedo decir que él está cada día más presente en mi juventud, aunque yo no lo esté en su vejez.


No sé cuántas veces habré discutido con él sobre la idoneidad de las zapatillas en determinados ambientes, y él, hombre de arraigadas costumbres y amor por el buen decoro, me solía repetir que unos zapatos siempre son idóneos. Hoy me he levantado con cierto impulso por recuperar ese buen vestir. He saltado de la cama y me he calzado mi par favorito de Meermin, zapatos que mi padre me regaló hace casi diez años. Y después de un día de trabajo vuelvo a casa sonriendo porque la pasión por el buen calzar ha terminado de germinar en mí.


Miércoles 13 de diciembre de 2023

Tallin, Estonia 

Recuerdo #853



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