Cada martes y jueves pedaleo entre sonrisas
atravieso los colores de las avenidas
que con flores y adoquines delimitan
los caminos de quienes las transitan.
De mi casa al estadio apenas cinco kilómetros,
unos quince minutos bastante coloridos,
primero por Kalamaja y luego por la muralla
de una ciudad que en primavera está enamorada.
Con mi bici oxidada, decolorada y soviética
sufro en algún tramo, en especial en Telleskivi,
donde coches y semáforos confunden sus funciones.
Pedalear para jugar al fútbol, es algo arriesgado,
intuyo que parte del atractivo y de la estética
de recorrer una ciudad en una vieja bicicleta.
Martes 30 de abril de 2024
Tallin, Estonia
Recuerdo #992