Los españoles tenemos muchos defectos, tantos que nuestros políticos son incapaces de ver lo que nos une y nos hace únicos, pero ese no es el tema de hoy. De todos los defectos nacionales me atrevo a decir que el peor de todos es el dejar todo en el aire. La vida del español se resume en posibles y probables que no se materializan porque siempre creemos que habrá tiempo.
Unido a ese defecto el español tiene a su vez una de las mayores virtudes que he visto en mi vida. El español es capaz de cruzarse Europa con tal de ver a un amigo e incluso conocido, y todo ello sin necesidad de ser una relación de llamada diaria. Pues con nuestras virtudes y nuestros defectos, hoy primer viernes de diciembre del año veintitrés tres españoles se han citado en Helsinki.
Clara, amistad que ha surgido por el devenir de la vida, ha decidido cruzarse Europa y venir a Tallin. Por otro lado, Juan, amigo de esos que veo una vez cada varios años, nos ha decidido acoger en su pequeño rincón de estudiante en el Báltico. Y por primera vez en mucho tiempo he sido capaz de sentir que es eso de un reencuentro.
Los tres hemos pasado gran parte de la noche hablando de nuestra vida más allá de Madrid. Entre los tres juntamos tres grandes ciudades: Clara en Palma, Juan en Helsinki y yo en Tallin, y en las diferencias uno se da cuenta que tampoco seamos tan distintos.
Viernes 1 de diciembre de 2023
Helsinki, Finlandia
Recuerdo #841
