Cuando uno sale de trabajar a las cinco siempre hay espacio para algún quehacer improvisado, incluso en Tallin, ciudad que invita a la vida contemplativa. Sin embargo, no siempre se llevan a cabo esos planes tan comunes en Madrid. Tallin invita a la vida resguardada y familiar.
En Madrid, ciudad que nunca duerme, uno logra encontrar algún plan improvisado incluso terminando su jornada laboral bien entrada la noche. Siempre hay algún amigo que ha guardado una silla en algún bar o alguno que esté dispuesto a quitarse el pijama y salir de casa.
Es cierto que para muchos, esa realidad del siempre poder hacer algo en Madrid es razón suficiente para no abandonar la ciudad. Yo reconozco haber sido preso de esa comodidad del hacer por hacer, y sin embargo ahora, en días como hoy, donde lo improvisado al salir de trabajar es la excepción, disfruto mucho más.
La nieve ha llegado a Tallin, los turistas poco a poco vuelven a llenar las calles y el centro histórico se viste de Navidad. Cerca de la plaza que tendrá el mercado navideño hay un pequeño rincón llamado Olde Hansa, y entre la oscuridad de noviembre y lo especial de lo improvisado, Mer y yo hemos celebrado que hace un año mi primer trabajo en Estonia despidió a la mitad de la plantilla.
Jueves 23 de noviembre de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #833
