Hoy ha vuelto Robe, y lo ha hecho de la mano de una canción que aún sigo tratando de memorizar. Una delicada balada que en palabras de mi amigo Juan es de “canalla romántico”, y supongo que por eso me gusta tanto. Robe, a quién guardo especial cariño gracias a mi amiga Casilda, se ha convertido en mi banda sonora. Pocos artistas logran acercarse a las horas que paso escuchando a Calamaro, y Robe es uno de ellos.
Es admirable que el cantante del mejor grupo de la historia del rock español siga a estas alturas tratando de demostrar que le queda mucho por ofrecer. Muchos otros habrían abrazado el éxito de una carrera como la de Extremoduro, e incluso muchos harían pactos con el diablo con tal de producir una melodía como las de la “Ley Innata”.
Comienza su nueva canción con una afirmación que me veo repitiendo más a menudo de lo que pienso, y es que a medida que cumplo años, me vuelvo equivocar, vuelvo a tropezar con los mismos desengaños. Supongo que gran parte de la belleza de la vida se encuentra en asumir que en nuestra imperfección hay perdón, o al menos consuelo.
Tal vez otra de las razones por las que me vea dedicando el recuerdo de hoy a una canción es porque dentro de los cientos de miles versos que he podido escuchar en mi vida, Robe logra explicar de una forma humana algo que otros tantos se empeñan en adornar. Robe es el que pone voz al hijo pródigo que vuelve a casa.
Jueves 16 de noviembre de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #826
