Gracias al cambio de hora y la falta de sueño me he sentado a preparar café para Mer y para mí a las nueve de la mañana. Acostumbrado a despertares dominicales más tardíos, lo de hoy se puede considerar una gesta, más aún después del partido de ayer.
El café que tenemos en casa es un grano tostado de Paper Mill preparado especialmente para Fika, nuestra cafetería favorita. Tiene toques aromáticos que aún no termino de diferenciar, y en un día como hoy en el que siento la fiebre y la congestión, me parece imposible averiguar a qué sabe.
Habiendo reunido las fuerzas después de café y tras pasar por la farmacia hemos acabo paseando hasta el centro de la ciudad. Hay una librería muy cerca de uno de mis rincones secretos favoritos, y entre libros hemos pasado algo más de una hora pensando qué comprar.
La librería, que tiene grandísimos libros de arquitectura a precios muy razonables, se ha quedado con ganas de arrebatarme una veintena de euros, y es que con la fiebre subiendo, he sido incapaz de escoger entre arquitectura soviética, báltica o de planificación.
Como otros muchos recuerdos, lo vivido hoy no es más que un domingo común alejado del glamour de la vida de capital. Y estas líneas, escritas entre tos y temblores, no son más que un breve recordatorio de la magia de lo corriente.
Domingo 29 de octubre de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #808
