Dentro de los muchos temas que suscitan mi curiosidad se encuentran todos los relativos a la medida del tiempo, tanto en su aspecto más mecánico como en el filosófico. A lo largo de estos dos años he escrito en las páginas de mis recuerdos mucho acerca del esfuerzo de ingeniería que supone desarrollar un reloj automático, sin embargo apenas he hablado de lo abstracto.
El tiempo, para muchos una construcción social, es una de las pocas certezas de mi vida. Al menos desde un punto de vista filosófico puedo afirmar empíricamente que el tiempo existe, y lo hago con total certeza en tanto que hay un antes y un después en cualquier elemento de mi existencia. Y es esa diferencia entre el antes y el después es lo que nos permite entender que ha transcurrido un algo abstracto que denominamos tiempo.
Pues bien, el tiempo como realidad palpable es relativo, o al menos eso dicen los que saben más que yo. La relatividad del tiempo, al menos en mis términos de joven algo leído venido a más, implica que cuantas más unidades de tiempo vividas menos peso tienen dichas unidades. Algo que por ejemplo quiere decir que a medida que uno vive más meses, la relativa duración de esos meses es menor, algo que explica porqué octubre se ha ido volando.
Con el mes actual he vivido trescientos cinco meses, por lo que este mes de octubre es relativamente insignificante en el computo general de mi existencia, algo que ayuda a entender porqué en ese medir el antes y el después, tengo la sensación de que la vida no es más que un pestañeo.
Lunes 16 de octubre de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #795
