Hace dos años, en mi último verano estudiantil, me instalé en Mallorca durante casi tres meses. Pasé los días y las semanas entre bici y cuevas, y llegado agosto junto a Jorge y Blanca viví un verano digno de recordar. Me acuerdo mucho de aquellos días, y lo hago alejado de la nostalgia, considero esta sensación que me acompaña más cercana al orgullo, y es que aquellos días me hacen sonreír.
Agosto, mes de imposibles, requiere cierta confianza ciega en el devenir de los días. Cuanto más se planea, peor se pasa. Por el contrario, vivir a merced de lo imprevisible conlleva en la mayoría de los casos un buen recuerdo.
Hoy he vuelto a uno de los lugares que descubrí aquel verano gracias a Blanca, la mallorquina que jugaba a ser sueca y que ahora probará suerte en Londres.
Corta la Tramuntana una capilla que fue partida por un rayo. Unas piedras erigidas como lugar de culto, y cuyas ruinas reciben, paradójicamente, más fieles.
Miércoles 9 de agosto de 2023
Mallorca, España
Recuerdo #727
