Mi amor por el fútbol y el respeto por mis entrenadores me ha llevado a dejarme llevar y jugar de la posición en la que me necesitaban. He jugado de portero, de ambos laterales, ambos centrales, ambos carrileros, ambos extremos, segundo delantero, de nueve puro e incluso de diez y de once. Y después de tantas años al servicio de mis entrenadores parece que ahora me quieren ver jugar de cinco.
Si soy sincero eso de jugar en el centro de un 4-3-3 es algo que me acojona. Mucha responsabilidad para un joven que ahora mismo no está en forma. Demasiadas cosas que hacer y pensar para un joven que solo sabe correr. Pero una vez más, si el entrenador me ve jugando ahí será por algo que a mí se me escapa.
Ayer salí a correr, razón por la que apenas he logrado reunir las ganas para ir a entrenar. Me he arrastrado al campo de fútbol, y por primera vez, con un campo deshelado, he vuelto a saber que es eso de jugar con los gemelos cargados.
Durante el entrenamiento he acabado ocupando el medio. Con los dos portentos físicos que tengo como delanteros es muy sencillo hincharse a asistencias. Razón por la que creo que el entrenador ha debido de fumar algo para verme jugando como cinco.
Parece que voy a jugar de cinco, y ante la posibilidad de tachar de la lista la última posición del verde no puedo evitar pensar en ese Carlos de catorce años que se creía que nunca más iba a volver a jugar al fútbol.
Que sea lo que Dios quiera, pero que por favor sea con unas botas atadas y un verde soleado.
Martes 14 de marzo de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #579
