Mer y yo hemos salido a pasear por Riga a eso de las once. Sin rumbo y con suficiente tiempo como para disfrutar del domingo hemos decidido aprovisionarnos de cafeína para así aguantar el paseo que merecíamos. Riga es una ciudad muy peculiar. Tiene toques soviéticos que se entremezclan con aires finlandeses, y el centro histórico tampoco tiene mucho que envidiar al de Estocolmo. Pero dejando la arquitectura de lado, hoy quiero hablar del sol y del río helado que serpentea por la capital letona.
El río Dauvaga (o Dviná Occidental en castellano) es uno de los diez ríos con mayor longitud de Europa. Si la memoria no me falla debe tener más o menos la misma longitud que el Vístula y algo más que el Loira. Y aunque de ríos europeos mi conocimiento sea muy limitado, sí que recuerdo aquellas clases de Geografía que me permiten entre otras cosas añadir que es uno de los ríos cuya helada es más duradera, estando congelado de diciembre a abril.
Sin entrar en la maravillosa ciencia de la Hidrografía me gustaría ser capaz de explicar la inmensidad de las aguas heladas que dividen la capital. Un río que corta una ciudad que ayer parecía menos bella de lo que es. Un serpenteante recorrido entre murallas, calles decimonónicas y piedras que deben esconder más sufrimiento del que aparentan.
Ha sido un día peculiar, más caracterizado por los pensamientos que por los actos. Y en ese paseo matutino con el que le decía una vez más a Mer que la vida a la que aspiro es la simpleza de lo cotidiano, no he podido pensar en cuan distinto de mi Madrid natal es este pedazo del continente.
Madrid, ciudad que me vio nacer, de constante luz y destellos únicos, poco a poco desaparece con el ruido del destino de un país que cada día entiendo menos. El Báltico me seduce y me hace entender que hay vida más allá de la M-30. Y que la belleza de lo simple, la belleza de un río helado, o de una ciudad construida a parches, es tal vez todo lo que necesito para perdonarme por haber huido de una vida cómoda y sin complicaciones.
Domingo 12 de marzo de 2023
Riga, Letonia
Recuerdo #577