Me debato entre escribir largo y tendido sobre la película que vivo o sobre la pesadilla de saber que no voy a tener internet en casa durante un par de semanas. Aunque pensándolo bien tal vez lo segundo sea lo que hace de lo primero una agradable realidad.
Hoy ha sido mi tercer día, y sin poder contar mucho de lo que he vivido me gustaría insistir en la vida que me espera en Tallin. No es ninguna mentira que perder mi trabajo en Change fue un golpe muy duro. Algo similar a lo que fue perder aquella final en Lisboa. En 2014 nunca imaginé volver a ver otra final, y sin embargo se jugó otra en Milán.
Es ahora en este momento cuando mis amigos ciervos insistirán en que el Atleti volvió a perder en Milán. Pero sinceramente, ni aquel recuerdo, ni este, beben de la derrota. La idea que subyace es que sin ser consciente de ello, vuelvo a jugar una final, y el camino hasta ella ha sido precioso. Lo suficiente como para que compense cualquier derrota por muy dolorosa que sea.
Puedo decir que estoy en uno de esos momentos de la vida en los que aún no he asimilado lo que estoy viviendo. Sigo sin creerme lo que he vivido en el día de hoy, bueno, y en general, en estos últimos días en mi nuevo curro.
Me gustaría contar lo que he vivido hoy, pero lamentablemente no puedo, y eso que una parte de mí se ha creído por un momento Mike McDermott.
Miércoles 11 de enero de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #517
