Suenan los derrapes
de aquel Renault rojo cobrizo
ventanas reventadas
por los viejos explosivos.
Corren por la espalda
del pobre interino
tres hombres bien armados
con una madre y su hijo.
Grita sin descanso
la familia del abrigo
aún llora aquella niña
con sus ojos de membrillo.
Se escucha a lo lejos
el rescate y la sirena
de un viejo coche de refuerzos
y su luces por bandera.