En estos días de verano
a veces veo musas que se idolatran
y corren por jardines enflorados
esquivando miradas y llantos
de sueños felizmente hilados
por lana de los astros
que teje los abrazos dados
con las flores del jardín
que colorean los tejidos
de las felices y libres musas
con sus vestidos de más de trece flores
margaritas, lilas, amapolas, y alguna rosa.
Aún con ello a los lejos brilla una flor de oro,
presidida por un ojo de carbón oscuro y negro
que observa a quien la quiera para tejido.
¿Qué escena la que veo, estoy en un sueño?
Me pregunto asustado mientras veo a mi lado
esa misma flor de colores vivos en mano
de dos musas con tejido gualda y melenas de oro.
¿Y ahora qué ocurre? Me despierto del trance
no puedo entender lo sucedido,
quién llevaba el amarillo, o si estaba a mi alcance
esa prohibida flor de dulce color y brillo.
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