“El mundo no es ese espacio tan hostil y despiadado donde los dispensadores de veredictos de todo tipo andan siempre repartiendo salvoconductos y anatemas”.
Quiero pensar que no, pero cada día pienso más que sí. Que las personas siempre hemos tenido nuestro lado jurista. Hemos puesto nuestras ideas en pie desde tiempos inmemorables a base de revoluciones y manifestaciones por la lucha de nuestros principios, pero lejos de este fin, el que reparte perdones y castigos, juzgando a la ligera lo que no sabe del otro, no está alzando su lucha propia sino creando una lucha en el otro.
El sujeto cree tener potestad sobre aquel al que juzga. Le encasilla en un cubículo en el que tanto le penaliza como le absuelve de cargas que realmente no merecen una justificación mas que la propia voluntad de la persona juzgada en cuestión. Y así con Cataluña, contigo, conmigo, con las discusiones sobre el trabajo y con las niñas que llevan la falda muy corta.
Juzgamos a diestro y siniestro sin entendimiento ni profundidad.
Escrito en Londres por Anónimo
