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  • Foto del escritorCarlos Pinedo Texidor

Casilda, tenías razón con Robe.

Actualizado: 15 jul 2021

Nunca fui de Extremoduro, ni de la música española. Crecí heredando los gustos musicales de mis hermanos, escuché The Wombats, Kaiser Chiefs, Vampire Weekend y MGMT entre otros muchos, pero de música española poca cosa. Trasteaba con Pereza, Despitaos y Sr.Trepador, hasta tuve una época obsesionado con Pignoise. Aún a día de hoy Año Zero sigue siendo uno de mis álbumes favoritos, su canción Mundo Muerto estuvo mucho tiempo en mis canciones más escuchadas.


Siempre tiré hacia la música indie y rock, algo de pop-punk también con Blink-182, Sum-41 o American Hi-Fi. Por eso, cuando me enseñaron por primera vez a Extremoduro me reí y dije ingenuamente que eso no era más que ruido. En mi defensa diré que por aquel entonces dije que Calamaro era poco más que un señor afónico, por lo que no debeís tener muy en cuenta mi opinión musical de aquellos años.


Con la música pasa lo mismo que con el fútbol, cuanto más escuchas/ves más entiendes y cuanto más entiendes más cuenta te das de lo equivocado que estabas. A mí me pasó algo parecido con Koke, pero eso se merece al igual que Calamaro su propia entrada.


Por eso he dicho que no tengo en cuenta lo que dije en su día, lo que realmente importa es lo que pienso ahora y no exagero si digo que Robe es lo más cercano a Ortega y Gasset que veremos en mucho tiempo.


Robe se atreve a insultar mientras te jura amor eterno, se parece a aquel Ortega que alababa al individuo y al lector mientras disimuladamente le condenaba a no ser más que una fracción de una masa sin personalidad. Robe es un chulo sensible y Ortega un sensible algo chulo. Ambos transmiten interminables ideas que comienzan como un simple brote y varios minutos después han florecido en la más compleja de las orquídeas.


Los dos son muy españoles en su modestia, saben que tienen talento, pero no te lo dicen, ni te lo enseñan, lo esconden para ellos mismos. Lo guardan en barricas de roble y lo alejan de toda luz. Con ambos pasa lo mismo y cuanto más los disfruto más cuenta me doy. Se veían eternos y como el mejor de los vinos envejecen con carácter y misticismo. Quieren ver a los nietos de quienes criticaron la cosecha disfrutar del embotellamiento, ver a generaciones futuras abrir la barrica y disfrutar del brebaje de sus letras que lleva décadas esperando volver a donde correspondían desde el primer momento.


Creo que Ortega en aquel libro excesivamente citado sobre el amor dijo algo similar a que el amor es un eterno insatisfecho. Entonces llega Robe, y añade con una dulzura impropia de un rockero una nana con un ritmo desgarrado diciendo que busca en los colores del atardecer el amor y se queja, porque no lo encuentra aún cuando lo busca entre tanta belleza. Al final tendrán razón los dos.



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