De vez en cuando uno quiere hacerse fuerte en casa y renunciar al aire libre. Aguantar en casa un domingo no es en sí algo malo, pero después de un duro invierno es un pecado no aprovechar días con temperaturas positivas, aunque sea con viento de por medio.
Además de la obligación moral de aprovechar la primavera, se debe tener en cuanta las necesidades de un can que de vez en cuando olvida su entrenamiento. Paco, pequeño perro salchicha que entra en la adolescencia, es hogareño y hasta algo vago, pero como todo mamífero, necesita cierta actividad diaria.
Con la promesa de un cerdo macerado durante dos días hemos salido de casa dispuestos a cansar a un perro que ladra más que se mueve. Un testarudo animal que escucha cuando quiere y que aún estando entrenado, decide tratar de cazar alguna paloma u hoja que se mueva delante de él.
Después de varios recados y un café merecido cerca del mercado de Balti-Jaama hemos vuelto a casa, más cansados que Paco y con cierta pereza. El viento ha dejado paso al sol según subíamos a casa, y la energía de Paco se ha transformado en un deseo de siesta y cuidada atención a las lombrices desérticas de “Dune”.
Domingo 7 de abril de 2024
Tallin, Estonia
Recuerdo #969
