Una de las aparentes ventajas de haberme cambiado de equipo es que me va a tocar viajar por casi toda Estonia conociendo distintos estadios y equipos. Una realidad que de momento parece divertida pero que me obliga a dedicar muchas horas cada fin de semana .
Mi equipo, Paide Linnameeskond III, tiene su campo a cien kilómetros de Tallin. Entre árboles y edificios de una pequeña localidad que no llega a diez mil habitantes, se encuentran dos pequeños campos con sus respectivas gradas. En términos españoles hablaríamos de dos campazos en los que se juegan partidos de primera división, campos en los que a su debido tiempo seré feliz.
El rival de hoy, el segundo equipo de un primera división llamado FC Nõnme United, ha hecho todo lo que se le puede pedir a unos jóvenes que buscan triunfar en el fútbol estonio. Han jugado con intensidad, velocidad y una garra propia de aquel asalto a Stamford Bridge del Atleti de Simeone.
Una doble amarilla tempranera nos ha dejado por segunda jornada consecutiva con uno menos. La suerte, que hoy no ha estado de nuestro lado, ha inflado un marcador que no representa el partido que se ha jugado, y con el cinco a uno, me ha tocado cubrir el lateral izquierdo en el minuto setenta y cuatro. Dos goles al contraataque por mi banda han rematado el partido. Y con uno a siete en contra he terminado mi primer partido con Paide.
La abultada derrota no es suficiente para expresar la rabia del desastre de mi debut. Siento tristeza e impotencia. He estado acertado con los pies, pero me falta fondo y me sobran kilos. Y espero, que la próxima vez que juegue en casa, pueda decir que me sobra un pulmón para correr.
Sábado 6 de abril de 2024
Paide, Estonia
Recuerdo #968
