Las semanas avanzan a un vertiginoso ritmo. Comienza abril y la última nevada del año azota fuertemente. El trabajo no cesa y la felicidad del día a día ayuda a hacer las paces con las últimas decisiones.
Hace dos años, semana arriba o abajo, presentaba mi carta de dimisión en Madrid. Correteaba por las calles madrileñas despidiéndome de amigos y familiares. Una etapa ilusionante me esperaba fuera de España. Y sigo sin saber muy bien cómo logré acabar aquí.
Las calles de Tallin se han cubierto de nieve. Los copos han ido abrazando cada recuerdo de estos últimos años. Donde había flores y plantas germinando ahora hay un manto blanco. Y de la misma forma que yo me he olvidado de aquellas semanas de abril del veintidós, me he olvidado de esta semana.
Si no fuera por los recuerdos que escribo, muchos detalles de mi vida se habrían perdido, o al menos confundido entre la nieve, entendiéndose nieve como el avance del tiempo. Pero por suerte, una buena sopa miso casera y tertulia con Mer me bastan para entender de dónde vengo y a dónde voy.
Viernes 5 de abril de 2024
Tallin, Estonia
Recuerdo #967
