Estonia es un paraíso natural que ha sufrido invasiones y masacres ininterrumpidas desde finales del siglo XIII y aún a pesar de ello ha sido epicentro de tradiciones que merecen ser recordadas y celebradas. Dentro de las muchas que han logrado defender con sangre y sudor hay que destacar el canto y el baile. Pequeñas pasiones nobles que en los momentos más crueles de su historia les han ayudado a revelarse contra invasores.
Tal vez debiera escribir más para trasmitir lo que se vive en este lado del continente, y tal vez a modo de homenaje a Escohotado. Me gustaría redactar todos mis aprendizajes de la vida báltica y escribir mi particular sesenta semanas en el Báltico, y eso que ya he superado las setenta. Aunque mis conocimientos de las tradiciones debieran ser aliñados con la sabiduría de la isleña que me acompaña, no me parece una tarea tan ardua, al fin y al cabo, yo le ayudo a entender las tradiciones castizas.
Mer, estonia de ojos azules, tez clara y rostro afilado, lleva consigo el popurrí genético de Saaremaa, y es por ello, por ser fruto de siglos de entradas y salidas de invasores e invadidos, por lo que es capaz de aprender español con facilidad, e incluso de escribir su primera carta a Baltasar, su recién elegido Rey Mago.
La isleña que se encomienda a Baltasar en los que serán sus primeros Reyes, lo hace con la convicción de que yo, español en el báltico, aprenderé más sobre un país que es ejemplo de superación y que poco tiene que envidiar a las grandes reconquistas de la historia.
Lunes 20 de noviembre de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #830
