Las lesiones son una enfermedad contagiosa y de difícil cura. En todo equipo, llegada cierta racha de malos resultados, poco a poco la plantilla comienza a diezmarse, y ni si quiera la suerte sonríe a aquellos que no suelen pasar por enfermería.
Mi querido equipo, que ya tiene la cabeza en la próxima temporada, sufre una serie de lesiones que no sólo implica apenas juntar trece cada domingo, si no también apenas juntar diez para entrenar, algo que implica que tengamos pocos jugadores capaces de jugar en distintas posiciones.
Quien me conozca sabrá que mi amor por el fútbol me ha hecho priorizar el jugar más que el dónde hacerlo. He jugado en todas las posiciones menos de número cinco (aunque haya entrenado como tal) y hoy después de muchos años me toca volver a jugar de central.
El fútbol en Estonia es muy peculiar. Es un tipo de fútbol muy físico y muy rápido donde sin embargo el contacto está muy penalizado, algo que dista radicalmente de lo que se juega en España. Y yo, que lo único que sé hacer es jugar con intensidad, sufro mucho.
Hoy he vuelto a jugar de central, otros noventa minutos después haber estado varias semanas en dique seco. Y cómo de los pocos capaz de jugar en varias posiciones no puedo más que dudar de si volveré a jugar en una posición que al menos en el fútbol de aquí se parece más a lo que se espera de un centrocampista que de un central.
Domingo 15 de octubre de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #794
