Reconozco que una parte de mi afición al golf se justifica el maravilloso combustible que supone para mis escritos. La rabia, la impotencia o incluso la satisfacción de algún buen golpe me permite en mayor o menor medida, escribir decenas de páginas sobre lo que siento cuando cojo un palo. Pero hoy no voy a hablar de eso hoy quiero hablar de los hierros y mi obsesión.
Sin saber mucho de golf, ni sus reglas, ni quiénes han sido los grandes jugadores o incluso sin entender muy bien cuáles son los grandes campos, creo que la magia del golf se encuentra en los hierros y por supuesto en el putt.
Como aficionado que no sabe mucho, me divierte mucho más ver los segundos y terceros golpes de un hoyo antes que la salida del mismo. Y es que hoy en día gran parte del circuito profesional es capaz de ganar el hoyo con tan sólo la salida, y a mi personalmente no me gusta.
Es cierto que mi obsesión con los hierros parte de mi incapacidad para lograr recuperar mi swing de driver, madera e híbrido, pero aun así, encuentro mayor belleza en los golpes de hierros. Al fin y al cabo mantienen en mayor medida la esencia del golf.
Hoy he pasado dos horas y cuarto dando bolas con mis queridos hierros. Parece que el seis sigue siendo un compañero duro de roer, y aunque haya logrado seducir al ocho, el siete siempre será mi favorito.
Martes 19 de septiembre 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #768
