Que mi querido equipo está pasando por una muy mala racha no es ninguna mentira. Las cosas no salen, los rebotes no acaban en nuestros pies y ni si quiera la fortuna nos sonríe. Vivimos una especie de catastróficas desdichas que unidas a las numerosas lesiones de nuestra plantilla nos impiden competir.
Decía hace algunas semanas que echaba de menos competir, o al menos jugar un partido de fútbol competitivo donde la pasión se materializa en el campo. He llegado a un punto de absoluta indiferencia. y ya no me importa tanto el que mi equipo compita, hasta final de temporada sólo pienso en seguir amasando minutos.
Llegué en enero a mi equipo con mucha ilusión, varias semanas de dura pretemporada con lluvia y nieve me hicieron esforzarme para conseguir un hueco en la convocatoria. Me costó mucho conseguir la titularidad, pero después de más de mil minutos de titular puedo decir que mereció la pena.
Echo la vista atrás y me arrepiento de muchas cosas. Tal vez debería haberme esforzado menos para que los otros laterales pudieran haber jugado más. Tal vez debería haberme centrado en mejorar junto a ellos en lugar de quitarles en puesto. Y es que ahora, apenas tenemos jugadores para cubrir mi posición, y los que lo hacen son parches cuando a mí me toca cubrir la delantera o el medio cel campo.
Hoy hemos perdido otra vez nueve a cero. Éramos once jugadores de casi treinta con ficha. La falta de suplentes y la buena calidad del que hasta ahora es el equipo más goleador de la liga nos ha hecho sufrir mucho. Y yo, que apenas puedo andar sigo pensando en mi competitividad excesiva que me hizo pelear y acaparar la titularidad.
Viernes 15 de septiembre 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #764
