Carlos Pinedo Texidor
761 - Césped húmedo.
Siempre he dicho que el deporte requiere sufrimiento, y que en el dolor del ejercicio físico uno encuentra la paz que tanto ansía. Para mí, el deporte, no se puede entender sin sudor, mucho menos sin lágrimas. Por ello trato de buscar situaciones de incomodidad que dificulten mi entrenamiento, ya sea salir a correr con nieve o entrenar con un esguince de rodilla.
Mis padres siempre me han dicho que soy muy bruto, que trato muy mal a mi cuerpo, y que algún día todos los excesos deportivos me pasaran factura. Y en parte tienen razón, pero no por lo que ellos creen, sino porque he acostumbrado a mi cuerpo a una exigencia exacerbada y cuando deje de hacerlo probablemente pierda las ganas por vivir, situación que casi me cuesta la cabeza antes de mi operación de pie.
Hoy he ido a entrenar bajo la lluvia. He aprovechado el paseo de ida para hablar con mi amigo Boli. Parece que Madrid sigue igual, y a él se le empieza a quedar pequeño. Me produce cierta ternura ver cómo mis amigos comienzan a despertar del engaño madrileño, sí, ese que te hace creer que la ciudad te necesita, y la realidad es que Madrid no necesita a nadie.
He entrenado con las botas empapadas, sintiendo la humedad del césped en mis calcetines. He sufrido tratando de perseguir una pelota que huía de mí. Y en medio de la oscuridad otoñal he vuelto a casa con la rodilla sufriendo y una sonrisa de oreja a oreja, porque hoy, una vez más, he vuelto a dar a mi cuerpo eso que tanto necesita, sufrimiento y estrés.
Martes 12 de septiembre 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #761
