Escribo con mimo este recuerdo, broche final del segundo volumen de mis cartas del día a día. Mentiría si no reconociese mi sorpresa y satisfacción por haber tenido la disciplina para dedicar un rato a escribir cada día. Y más allá de adornos y demás recursos que uso en mi escritura, tengo dos años de mi vida por escrito.
Cuando empecé estos recuerdos no sabía muy bien qué iba a ser de ellos. Poco a poco y empujado por la autoexigencia y el ego fui tratando con más mimo los párrafos de mi día, algo que se traduce en más de mil páginas escritas desde la constancia del día a día.
No es casualidad que hoy, víspera del primer día del tercer volumen, haya peregrinado a Cura con mi familia. Mientras mis sobrinos y mi hermano exploraban los aledaños, mi madre, mi hermana y yo, sentados en la mejor mesa de Cura, hablamos entre bromas y verdades de que yo me voy a casar en la capilla de Cura.
Mi madre y hermana, mujeres de mucha intuición me han hecho saber que llevo una temporada hablando de improbables que hace un año hubieran sido imposibles. Y no les falta razón, porque aunque ellas no lo sepan mi querida isleña lleva unos meses aprendiendo español para poder defenderse cuando le descubra Mallorca.
Nada me haría más ilusión que volver a este recuerdo el año que viene y poner fin al tercer volumen por medio de una cena en Cura, y es por ello que a un año vista puedo decir que el martes trece de agosto del veinticuatro cenaré con Mer en Cura, que al fin y al cabo va a ser la protagonista de gran parte de mis recuerdos.
Domingo 13 de agosto de 2023
Mallorca, España
Recuerdo #731
