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  • Foto del escritorCarlos Pinedo Texidor

713 - Amigos en Estonia.

Estonia no es país para un mediterráneo criado entre mesas y tertulias, y sin embargo llevo un año enamorado de un país único y del que soy incapaz de imaginarme alejado de él. País de inviernos polares y veranos gallegos, de tormentas gélidas y veranos suaves. Estonia es un país de contrastes y no sólo meteorológicos, sino también sociales. Las amistades en Estonia son complicadas para los extranjeros, más aún para los que venimos de las orillas del mediterráneo. Y en esa dificultad social tan distinta de la realidad madrileña escribo este recuerdo.

Para el joven adulto que lea estos volúmenes de recuerdos y se sienta atraído por el país al que llevo un año dedicando mis textos este recuerdo podrá ser un motivo que frustre su éxodo al Báltico. Y no le culpo, vivir en Estonia requiere cierta destreza monacal que se traduce en largas horas en soledad y muchas conversaciones con uno mismo.


La amistad en el Báltico es pausada e inesperada. Uno nunca sabe cuando llegará, y al igual que la flor del cactus uno observa desde la distancia sin saber qué ocurrirá. Después de un año en Estonia he logrado una muy buena amistad con un estonio, y otras tantas que por los devenires de la vida no cuajaron. Y en el día en el que escribo este recuerdo me atrevo a nombrar mi segunda amistad báltica.

Hoy después del curro hemos acabado varios del trabajo en casa de mi amiga Maris, una pelirroja de ojos verdes que trabaja a mi lado y con quien tengo poco en común. Sin embargo, hoy, en su nueva casa, a doscientos metros de la mía, he entendido que tener a una compañera de equipo como vecina con quién discuto tanto es motivo suficiente para poner nombre a la segunda amistad de un mediterráneo en un país que al igual que los mallorquines desconfía del forastero.


Miércoles 26 de julio de 2023

Tallin, Estonia

Recuerdo #713



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