706 - Reflexiones de un joven cansado.

En la noche del domingo, aupado por la obscenidad del tiempo dedicado a los vídeos de Instagram, decidí alejarme de esa dichosa red social durante una semana. Mis razones son simples, quiero recuperar el tiempo no dedicado a la escritura y la lectura, y eso sólo es posible con mi alejamiento de una dichosa herramienta pensada para atrapar a quien la utiliza.

En estos primeros días alejado de la red social he redescubierto la simpleza del aburrimiento. Tiempos muertos en los que me encuentro a mí mismo jugando al ajedrez, abriendo alguna página en blanco e incluso revisadnos mi archivo histórico de artículos, archivo que desde el año catorce cuido con mimo en la aplicación que tiene por nombre Pocket.

Como decía en el recuerdo de ayer, recuerdo que he escrito hace veinte minutos, ya en el diecinueve me alejé de Instagram, cuando no era tan adictiva. En aquel entonces, y después de una larga temporada sin ella, entendí que mi cabeza está condenada a lo que yo denomino tiempo en blanco. Un fenómeno que se podría definir como la cualidad que hace que el exceso de productividad tiende a escapar mediante contenido carente de valor. O lo que es lo mismo, siempre se pierde el tiempo, e Instagram ofrece una perdida de tiempo que te mantiene en contacto con ciertas amistades.

Aquellas conclusiones fueron en mayor o menor medida apropiadas, sin embargo el uso de esa dichosa red conlleva a su vez el riesgo de acabar un uso excesivo, y ese ha sido mi caso en estos últimos meses.

Ahora, mientras escribo este recuerdo, pienso en ciertas personas que siguen en mi vida gracias a esa red social. Y viviendo a tres mil kilómetros de casa y con amigos en cada continente sigo sin saber responder a la pregunta a la que dedicaré mi fin de semana: ¿Merece la pena usar Instagram?

Miércoles 19 de julio de 2023

Tallin, Estonia

Recuerdo #706