699 - Un día libre.

La vida en Estonia es maravillosa, y creo que mis recuerdo anteriores no han sido capaces de plasmarlo con el detalle que hubiera querido.

Curro mucho, me considero un adicto al trabajo. Vivo pensando en cómo solucionar problemas, y estos últimos meses dos proyectos en quitan el sueño.

En mi actual curro, nadie me pide ni exige la devoción que profeso. Nadie espera que responda un correo un sábado, y mucho menos que abra Slack más tarde de las seis. Y sin embargo, como soy un maravilloso idiota sigo haciéndolo.

En mi corto paso por la vida de la abogacía madrileña recibí correos y mensajes que esperaba respuesta. Tengo grabado salir de entrenar un viernes a las once de la noche y tener cuatro pérdidas del curro, algo que me hizo cancelar mi cena. Y lo peor de todo es que en aquel momento lo veía normal, y hasta escribí algo así como que tenia mucha suerte por poder responder y organizarme como quisiera. Qué engañado vivía.

Pues bien, aquí en Tallin, mi horario de nueve a cinco me hace trabajar sin levantarme. Curro bajo una presión auto impuesta, y una autoexigencia fruto de mi paso por la abogacía madrileña. Nadie me lo exige, y lo sigo haciendo.

Mi obsesión e intensidad por el curro ha llegado hasta tal punto que mi cabeza ha dicho basta. Aunque realmente ha sido mi agotado cuerpo el que me ha hecho levantar la mano y pedir algo que en España sería impensable: un día de asuntos personales para dormir y descansar al sol.

Hoy me he levantado a las doce, he salido a pasear y me he sentado en una terraza al sol. He escrito, y disfrutado de uno de los álbumes de Kakkmaddaka.

Hoy he tenido un día libre, y la razón de ello es como bien me decía mi jefa, somos mucho más que nuestro trabajo.

Miércoles 12 de julio de 2023

Tallin, Estonia

Recuerdo #699