Creo que toda buena relación debe, en su justa medida, prever qué ocurrirá en caso de que termine. Creo que es fundamental tener esas duras conversaciones donde entre otras cosas se hable de cómo podría ser una ruptura, y llegado el caso, cómo sobrellevarla.
Es cierto que mi ruptura con Mer es peculiar. Ambos nos sentamos, valoramos las opciones y entendimos, que si el que escribe esto quería encontrar su chispa y no dejar de lado sus pasiones nobles, sólo quedaba separarse al menos durante el verano.
Mer, isleña que entiende mi vida monacal, ha sido capaz de comprender que yo llevaba muchos meses descuidando mis pasiones nobles. El deporte no me hacía feliz, la escritura se me atragantaba y la lectura cada vez era más espesa. Tal vez por su absoluto apoyo ayer pude quedar con ella a comer, y tal vez por su empatía la comida acabó con una larga conversación en nuestro parque favorito a las dos de la mañana.
Ayer le decía, entre risas y medio verdades, que todo sería más sencillo si la hubiera dejado de querer. Si ese fuera el caso sería más sencillo centrarme en mí, y también sería más sencillo para ella. Pero esa no es la realidad, y por muy raro que suene, los dos sabemos que en cuanto recuerde cómo disfrutar de mis pasiones nobles volveremos a estar juntos.
Ayer quedamos a comer, cociné en casa, y acabamos con un café en el sofá. Varias horas después fuimos a ver Indiana Jones, y en el camino de vuelta a casa, nuestro parque favorito nos sedujo. Y ahí, en el lugar en el que tantas horas hemos pasado al sol, vimos amanecer.
Sábado 8 de julio de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #695
