No me acordaba de lo que suponía ir a currar después de correr media maratón. Dolores, agujetas y un cansancio propio de una resaca. Una cabeza que no funciona y que sólo sirve para quejarse. Y aún así, ha sido uno de los días más caóticos de mi vida laboral.
Salir de la cama, ducharse con agua helada y consumir café. Elementos de una rutina que en días como hoy son retos que a duras penas pueden afrontarse, y aún así, aquí estoy, a las doce y media de la noche escuchando a Macklemore y escribiendo sobre lo que más feliz me hace, mi particular chispa.
Para quien no lo sepa, mi particular chispa es la forma que tengo de describir el fuego interno que me hace dejar las quejas y seguir fiel a mis compromisos, como ir a trabajar o a entrenar, aún si eso supone retrasar el eventual dolor que me acompañará.
Mi pequeña y querida chispa me hace querer ganar al Carlos de ayer. Es una mezcla de estupidez y cabezonería. Algo que me ha hecho entrenar con unos cuádriceps ardiendo y una rodilla que requiere fisioterapia y cariño.
Hoy he entrenado como hacía mucho que no lo hacía. Y superar el dolor y la queja es algo que me hace muy feliz, y que por primera vez desde aquella lesión de noviembre del veintiuno he vuelto a sentir.
Jueves 6 de julio de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #693
