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  • Foto del escritorCarlos Pinedo Texidor

692 - Yo quería correr cinco.

Para mí, correr siempre fue una tediosa tarea, una aburrida batalla donde uno trata de sobrevivir a la monotonía de sus zancadas, hasta que un día todo cambió. Ahora considero que correr es el mayor exponente de la libertad individual. Supone dejar de lado la esclavitud de la vida metropolitana y disfrutar del libre albedrío que te proporcionan unas piernas en forma. Y la libertad que se consigue con esfuerzo es doblemente libre.


Nunca fui ni seré un gran corredor. Mi cuerpo sirve para levantar peso y aguantar golpes. En otra vida debería haber sido boxeador o jugador de rugby, pero por los devenires de la vida acabé enamorándome de un deporte para el que no nací. Soy paticorto y cuerpilargo, peso ochenta y dos kilos, y nací con una rótula bipartita. Desde hace diez meses tengo un tornillo de cinco centímetros en el pie izquierdo y soy propenso a tener ciática. Y aún no teniendo las características de un corredor vendería mi alma por ser capaz de correr eternamente.


Tal vez por cabezonería fui a parar a uno de los pocos libros que han logrado marcar un antes y un después. Una de esas joyas que rara vez uno descubre. En aquel maravilloso libro del que prefiero no decir el título (para así obligarme a recordarlo eternamente) entendí que el hombre nació para correr, y que eso de las lesiones es un invento moderno.


Ahora, a mis veinticinco, he vuelto a recuperar ese mantra de los Atahualpa. Vuelvo a ser capaz de correr con dolor y sufrimiento, y aunque la cabeza dude, hay algo inherente a mí que me obliga a seguir.


Hoy he salido a correr cinco kilómetros, y cegado por mis pensamientos he acabado corriendo veintiuno y medio. He recuperado aquello que había olvidado, la pasión por la libertad.


Miércoles 5 de julio de 2023

Tallin, Estonia

Recuerdo #692



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