Carlos Pinedo Texidor
663 - Perspectiva antes de un viaje.
Decía Escohotado algo así como que al escribir lo que tiene valor son los sustantivos y los verbos. Palabras sin contrario, un conjunto de letras que conllevan una realidad palpable y que son corrompidas por adverbios y adjetivos. En cierta medida estoy de acuerdo, más aún considerándome un escritor con una tendencia a la sobre adjetivación, y es por ello que hoy quiero hablar de la perspectiva, esa escurridiza realidad a la que tantos poemas he dedicado.
Sin entrar en mucho detalle, he escrito mucho sobre lo complicado que resulta pararse a contemplar en Madrid. Ciudad vertiginosa que invita a mirar afuera y no hacer retrospección. Y sin embargo, a varios miles de kilómetros y tan sólo un año después, mi vida es tan interior que Guy de Forestier podría dedicarle un capítulo en su obra balear.
Gracias a mi ansiada calma me permito estudiar y leer. Dedico tiempo a las pasiones nobles, y por supuesto, me permito el lujo de diseccionar mi día laboral. Lujo que me ayuda en días como hoy a entender que mi situación es fruto de la suerte, de mis ganas y alguna decisión irracional.
En días como hoy, a menos de doce horas de mi segundo viaje de trabajo a Londres, entiendo que salir de Madrid fue la decisión más importante de mi vida (después de mi reconversión colchonera). Y es que tristemente en España es difícil encontrar un ambiente donde la valía prime sobre la jerarquía y la experiencia. Y yo, joven venido a más, me permito el lujo de florecer en un ambiente que me deja espacio cuando necesito y me poda cuando toca.
Me cuesta comprender la realidad en la que vivo. No sé en qué momento un madrileño estudiante de Derecho acaba en una de las empresas más importantes de Estonia. No sé en qué momento después de perder mi trabajo en Tallin, encuentro otro a la semana, y mucho menos cómo puede ser que aquí me valoren tanto y en España siga esperando contestaciones de despachos del año dos mil veinte.
Martes 6 de junio de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #663
