Estoy tumbado sobre mi cama, inmóvil y desnudo. Soy incapaz de ponerme el pijama, las quemaduras de la pierna derecha y las heridas de las rodillas no me lo permiten. Apenas siento la muñeca, supongo que vuelvo a tener una pequeña esquirla. Y lo único que me mantiene despierto es la necesidad de encontrar unas bermudas con las que poder dormir.
No entiendo qué nos pasa como equipo. Un domingo más en el que nada sale. Un domingo maa aquejados por las lesiones. Un domingo más donde tenemos decenas de ocasiones, y las pocas que tiene el equipo contrario acaban en gol.
Estoy cansado, no entiendo qué estoy haciendo mal. Cuanto más corro y mejor juego, peores resultados tenemos. Parece que no termino de encajar con ciertos medio centros. Y ni si quiera hoy, jugando de lateral izquierdo, y con el mejor partido defensivo de mi vida, he logrado marcar el camino.
Siento una profunda tristeza, echo de menos a varios de mi querido Chamar. Gente que al igual que yo se dejaban la vida en cada balón dividido. Jóvenes que entendía que una vez sonaba el silbato comenzaba una guerra.
Creo que en Estonia el fútbol se juega por afición, mientras que en España lo hacemos por pasión. Sigo sin entender eso de dar la mano al contrario al acabar el partido. Perdona pero no. Acabo de perder, al único al que le daré la mano es al delantero, extremo o lateral con el que me he dejado el alma.
Hoy ha sido un partido nefasto en equipo, y uno maravilloso en lo personal. Ya sé cuál es mi misión en mi nuevo equipo, convencer a los rusos, estonios y demás guiris que al fútbol se juega con pasión, y la diversión se deja para otro momento.
Domingo 4 de junio de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #661
