Carlos Pinedo Texidor
655 - Una pequeña gran tradición.
Cuando uno se va a vivir a otro país, y más si es a uno con una cultura y costumbres tan diferentes respecto a las de casa, muy a menudo, cabe rescatar a las que más cariño se tiene. En mi casa y más allá de días concretos como la mañana de Reyes o la comida de Año Nuevo, somos de celebrar los cumpleaños en la cena del día de antes. Y a tres mil kilómetros de Madrid me niego a renunciar a ello.
Gran parte de mi suerte radica en que la isleña que me aguanta a diario, además de sentir curiosidad por lo diferente, es una fiel defensora de mantener lo que nos hace feliz. Y en mi caso, una de esas cosas es la cena del día anterior. Cena que muy a menudo deriva en tertulias que dan paso al día siguiente, donde el café y el postre son el inicio de la entrega de regalos.
Este es mi primer cumpleaños, fuera de casa, y digo fuera y no lejos, porque ya celebré uno en Portugal hace un par de años, pero al fin y al cabo cuando volví de aquel viaje cené con mis padres. Tal vez por ello, haya puesto tanto esmero y cariño en organizar una cena, aunque solo sea con Mer en la noche de hoy.
En ningún momento esperaba que Mer, isleña que poco a poco se vuelve Mediterránea, fuera a seguir con la tradición a la que tanto cariño tengo. Y después de mi maravilloso pollo al curry y una hornada de galletas me ha entregado mi primer regalo de cumpleaños en tierras estonias.
Lunes 29 de mayo de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #655
