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  • Foto del escritorCarlos Pinedo Texidor

654 - Con la punta de los dedos.

Acabo de llegar a casa, cojeando y con la cara enrojecida. Pocas veces he visto tanta intensidad en un partido de fútbol. Una guerra que se ha materializado con una injusta derrota. Y aunque sienta en mí un pesar más doloroso de lo habitual, me siento orgulloso por haber dado la cara ante dos de los ex futbolistas profesionales más famosos de Estonia.


Mi querido equipo tiene muchas cosas buenas, y entre ellas destaco el coraje de cada uno de los que mueren en la campo conmigo. Sin embargo, ese coraje suele aparecer a final de la primera parte, y empezar el partido dormidos nos ha costado el cero a tres. Pero hoy los dioses del fútbol tenían preparado para mi el final más cruel, y después de un contraataque he logrado dar la asistencia del uno a tres.


En la segunda parte mis piernas han renacido, y después de robar el balón en el área y hacer dos paredes en el medio del campo, he tocado la línea de córner para dar la que es la mejor asistencia de mi vida, dos a tres, rozando la gloria.


Con un equipo que iba a más, y un rival que iba a menos, he logrado empezar la jugada que nos daría el empate, y ahí, con las piernas temblando y saboreando la gloria, dos tarjetas inventadas nos han dejado con uno menos.


A escasos minutos del final, y después de varias batallas con los dos de primera he recibido un puñetazo que nadie ha visto, y en la confusión, llegó el gol que nos arrebataba el empate.


El fútbol es así, te ilusiona, te hace rozar la gloria, y cuando uno se cree invencible, un revés de la vida, del propio destino, decide que la gloria tendrá que esperar. Y tal vez por ello siga jugando, porque la gloria es para unos pocos, y sé que en algún lugar alguien ha escrito un capítulo para mí.


Domingo 28 de mayo de 2023

Tallin, Estonia

Recuerdo #654




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