Al fútbol entrego mi vida, mi alma y mi cuerpo. El deporte rey lo es todo para mí. Tanto dentro como fuera en la grada encuentro mi paz. Y en la distancia del Metropolitano he jurado acercarme a ese “a morir los míos mueren” que llevo dentro de mí.
Pocos días quedan para alcanzar los veinticinco. Cada día me pesan más las piernas. Los golpes duelen aún más, y las derrotas cada vez en afectan más. Me hago mayor, y con cada año mi pasión por el fútbol es mas intensa. Supongo que soy consciente de lo efímero que es mi romance con el verde. Pero mientras pueda andar juro dejarme todo en el césped.
Del partido de hoy no quiero hablar, y mucho menos del Atleti. Hoy quiero hablar del fútbol y su esencia. De ese fuego que me acompaña desde que me levanto hasta que me acuesto. Una obsesión que me domina y con la que no me queda otra opción que aceptar y hacer mía.
Y es que hoy, miércoles veinticuatro de mayo, ni una comida con mi primo ha sido capaz de distraerme. Mucho menos la montaña de trabajo que tengo pendiente. Vivo por y para el fútbol, y como ya he citado muchas veces “De pequeño me impusieron las costumbres, me educaron para hombre adinerado, pero ahora prefiero ser un indio que un importante abogado”.
Miércoles 24 de mayo de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #650