Carlos Pinedo Texidor
647 - Orden, caos y paz.
La vida adulta, la de verdad, la de la independencia, tiene detalles maravillosos, y otros tantos que no son igual de glamurosos ni dignos de recordar. Es cierto que ya sea por educación o convicción, disfruto más de lo que debería del orden y la limpieza. Mi casa ha sido decorada partiendo de la idea de que una casa hecha hogar es la mejor forma de huir del estrés. Sin embargo, en días como hoy me acuerdo de la mesa puesta y las sábanas limpias de cada miércoles.
No sé muy bien a qué hora he debido amanecer, digo amanecer por decir algo, porque muy probablemente fueran las doce. Después de un par de cafés y una videollamada con Alfi he escondido el móvil, y a ritmo de Extremoduro he comenzado mi particular ritual de orden, caos y paz, o lo que es lo mismo, lavadoras, aspiradora, limpieza y cocina.
He tardado unas cuatro horas y pico en cocinar para toda la semana, lavar alfombras y sábanas, aspirar los cincuenta metros cuadrados que llamo hogar, y lo más importante organizar mi armario y cajones. En definitiva, tareas que son una representación de una paradoja que me gusta mucho, en el desorden hay orden, y para que haya paz uno necesita pasar por el caos.
Todas las tareas domésticas que me han tenido ocupado son lo que yo llamo, la otra cara de la moneda de la vida adulta. No todo es vivir tranquilo y con amigos y novia entrando y saliendo de casa cuando uno quiere. Por lo menos una vez por semana toca tener todo en orden.
Hoy más que nunca me acuerdo de esos domingos sencillos. Desayuno fuera de casa, misa, aperitivo, comida y siesta. Y aunque fueran días poco productivos, incluso repetitivos, esa tranquilidad de saber que todo está cubierto es algo que hoy he echado de menos.
Domingo 21 de mayo de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #647
