A veces me acuerdo de la Alicia de Carroll, una niña curiosa que decidió seguir a un conejo blanco y se encontró en un mundo de maravillas. Y con algo de envidia pienso en los nervios de enfrentarse a lo desconocido, a esas ganas de seguir un conejo que no sabes muy bien a dónde te va a llevar.
Aquí en Tallin, cada día tiene su propio conejo, al menos desde que he llegado, y releyendo este diario creo que no exagero cuando afirmo lo anterior. Me imagino que por vivir en un lugar ajeno a mí sufro ciertas alucinaciones, veo conejos saltando de una madriguera a otra, cayendo por agujeros que llevan a mundos desconocidos. Y en cada esquina, en cada calle, hay algo por hacer, una madriguera en la que entrar.
Hoy ha sido el segundo día de NFT Tallin, y en esta ciudad que es mi País de las Maravillas, me encuentro con contrastes y contradicciones, con una constante invitación a la curiosidad, a explorar y descubrir.
NFT Tallin es tal vez una de las mayores madrigueras que he encontrado. Un paraíso que te mantiene inmerso en un mundo de criptomonedas y tecnología. Un mundo complejo y técnico que cada día me llama más, haciéndome perder la capacidad de diferenciar la normalidad de la fantasía.
En estos momentos, al menos mientras escribo, puedo sentir un lejano murmuro de ciudad, con algo de ese eco del que hablaba ayer y que me hace dudar si será posible salir de la madriguera. Y, al igual que Alicia, no tengo idea de a dónde me llevará el camino, pero sé que será una aventura.
Miércoles 10 de mayo de 2023
Tallin, Estonia
Recuerdo #636
