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  • Foto del escritorCarlos Pinedo Texidor

629 - Una cena merecida.

Tal vez mis citas con Mer no sean las más elaboradas del mundo. Ambos somos felices con poco y cuanto más simple mejor. A menudo alternamos cafés y lectura al sol. Otras veces salimos a pasear o acabamos viendo algún documental de cocodrilos en YouTube. En resumen, una relación que no necesita de escapadas y cenas caras para disfrutar de la vida. Una relación que podría considerarse mediterráneamente báltica.


En esa simpleza hemos encontrado cierta tranquilidad en la huida de la presión por hacer más y mejor que caracteriza las relaciones dentro de la almendra madrileña. La imposibilidad de vivir una convivencia adulta conlleva que a falta de un hogar en el que pasar las horas haya que buscar escapadas de fin de semana o cenas semanales para buscar privacidad. Y eso, tal y como le decía hace no mucho a mi amiga Marta, es un engaño de convivencia.


La verdadera convivencia, la que tiene valor, es la que se produce en la normalidad de la rutina. Tiene mucho más valor una cena improvisada que una escapada a Roma, y eso en Madrid resulta imposible. Gran parte de la culpa la tiene la falta de emancipación y otra tanta la necesidad de vivir constantemente experiencias memorables. Pero yo, ermitaño y monje por vocación, creo que el exceso de lo especial es absurdo e innecesario.


Hoy he salido de trabajar algo más tarde de lo habitual, he tenido que responder a decenas de mensajes pendientes y aún así he ido a la terraza en la que estaba Mer a eso de las seis. Me he quedado embobado al sol, mientras ella terminaba de leer el libro de Queridos Mallorquines que le regalé. Y pocos minutos después de manera improvisada hemos ido a mi casa para cocinar un merecido salmón.


Ha sido una cena improvisada, una tarde que no estaba prevista acompañada de unas sesudas y cabezotas discusiones sobre mi realidad Báltica. Cuanto más trabajo aquí, más me alejo de Madrid, y ya no sólo por los sueldos, sino por las dinámicas de un ambiente tecnológico que en Madrid serían imposibles.


Miércoles 3 de mayo de 2023

Tallin, Estonia

Recuerdo #629



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